¡Ay, qué placer!

Compartiendo canciones

 

13/01/2021   Publicado por Rafi Molina

 

 
Me gusta la música, todo tipo de música. La música me hace feliz.

La escucho mientras estudio, corrijo, cocino, tiendo... y la elijo según la actividad o mi estado de ánimo. Para corregir o estudiar no puede tener letra o bien debe estar en un idioma que no entienda. Si hago trabajos de la casa evidentemente me gusta alegre: cubana, brasileña, italiana, copla, flamenco... , cosas que pueda cantar. También la uso para acompañar mi ánimo o para cambiarlo, si estoy triste o agobiada.
Imagino que esto le pasa a la mayoría de las personas.

Estoy abierta a escuchar “casi” todo lo nuevo que va saliendo y más teniendo un hijo joven que me descubre muchas cosas: Metallica, Muse, Madeleine Peiroux, Vetusta Morla, The Raconteurs, Arizona Baby...

Me gusta más escuchar música con sonido ambiente pero para aislarme o cuando camino o voy en transportes públicos también tengo mi mp4 que me resulta pequeño para todo lo que quiero guardar, siempre faltan gigas, aunque cambie a otro con más capacidad. Pero no puedo escucharlo, como hacen los chavales, cuando voy a dormir porque entonces me alboroto, canto bajito, no me duermo y nunca encuentro el momento de apagarlo.

La música y algunas canciones en particular tienen una capacidad de evocación tremenda, traen recuerdos que ni siquiera sabíamos que existían. A veces nos provocan un terremoto emocional al descubrir una canción que alguna vez habíamos oído y olvidado.

Esto me pasó un domingo por la tarde. Cuando me pongo a trabajar (preparando clases o corrigiendo) escucho el programa VOCES CON SWING de RNE, un programa magnífico. Es una costumbre que tengo desde hace años. Este programa se emite la madrugada del sábado al domingo pero también se puede descargar y oírlo en un horario más humano.

* (Nota 2021)
El programa dejó de emitirse el 18 de diciembre de 2011, una pena, pero aún están disponibles los podcast en el siguiente enlace:

VOCES CON SWING

De repente descubrí que lo que estaba sonando lo había oído cantar a mi madre cuando era muy pequeña, en los momentos en que estaba contenta, algo no muy habitual en aquella época.
Me quedaba embobada mirándola, sorprendida porque se supiera esas letras que me parecían tan difíciles y divertidas.
De hecho creo que es uno de mis primeros recuerdos, así que la busqué y hoy quiero compartirla con vosotros/as

Es una canción del Maestro Monreal, su primer éxito, escrita en la década de los 20 del siglo XX, cantada por Olga Ramos y también por Lilián de Celis. Es divertida, fresca, descarada y trasmite una alegría de vivir que más tarde se perdió. Es un cuplé a ritmo de foxtrot resucitado en la década de los 50. Desde el punto de vista actual resulta sorprendente que se pudiera cantar en esa época.

Las Tardes del Ritz

 
Siguiendo esa estela me acordé de otra canción que también cantaba mi madre, el chotis La chica del 17, que refleja el ambiente de cotilleo de las vecinas y cuya letra no tiene desperdicio, también un tanto frescachona, con dos versiones distintas del final.

La chica del 17. Lilian de Celis

 
Otro día traeré cosas más modernitas.

* Artículo publicado originalmente en mayo de 2010 en el nº 2 de la revista Websanta del IES La Fuensanta. Córdoba


Los artículos de janela amarela